miércoles, 6 de febrero de 2013

Dora... la hablaDora

El domingo pasado fui a ver una comedia que presenta un grupo de teatro independiente de la ciudad. Es un grupo que vengo siguiendo casi desde su formación y tiene actores increíblemente graciosos. Además el libreto era una adaptación de un cuento de Fontanarrosa. Diversión garantizada... peeeerooo... siempre hay un pero...

Por empezar el inicio anunciado para las 22 hs se postergó poco más de media hora. Casi a las 22:30 dieron sala y entre que el público entró,... se ubicó,... etc. etc. etc. la obra empezó un "poquito" más tarde de lo anunciado con una escena en la que un agente policial hace un llamado telefónico...

Nada fuera de lo común, dirán uds. Y tienen razón. Sólo que una mujer de mediana edad sentada en primerísima fila respondía a viva voz a las preguntas del personaje sobre el escenario. Así nos enteramos que su nombre es Dora y es almacenera. El actor, en una sabia improvisación, irónicamente le dijo: "dame la dirección también así pasamos el chivo completo"... Ituzaingó al 800 y pico. Imagino que el actor habrá pensado que con eso la dejaba contenta y se callaría por el resto de la representación... ¡Pobre iluso!

La comedia fue avanzando al mismo ritmo que las acotaciones de Dora, la almacenera. Los actores, visiblemente molestos improvisaban parlamentos con indirectas bien directas esperando que Dora dejara de hablar.... pero esperaban en vano. Dora, la habladora, no se daba por aludida.

"Es la segunda vez que ya vengo a verlos". "La silla no va así". "La mesa va más acá". "Le salió demasiado bien". "Mándele la AFIP, Sr. Comisario". Y seguía y seguía y seguía comentando, hablando, la habladora Dora.

Estuve a punto de pararme e irme. Pero pareció calmarse. Dejó de hablar por al menos cuatro minutos... ¡Parece que estaba tomando aire! y arrancó de nuevo...

No era molesta, era absolutamente desubicada. No molestaba, ¡IRRITABA!

Me pregunto si tendrá el tupé de hacer lo mismo en el circuito comercial de teatro. En cualquier teatro de Buenos Aires la seguridad la saca de los pelos a la tercera palabra. Habría que tener seguridad en los teatros independientes, aquí. Hacerse respetar... pero obvio que no termina asi la historia... cuando terminó la obra y salieron los actores a saludar, Dora la habladora, siguió acotando y estaba como Jaimito queriendo meter su bocadillo y casi saltando de la silla... se subió al escenario con el pretexto de entregarles un regalo al elenco y arrancó de nuevo la habladora Dora a contarnos su vida cual famosa diva del espectáculo. TOO MUCH!!!

Los actores bajaron... ella seguía sobre el escenario... los actores salieron a la calle a saludar al público... ella no sé que hacía, yo me fui huyendo antes de que empiece a hablar de nuevo. Quizá no esté acostumbrada a ir al teatro y no sepa de las reglas de etiqueta para ver teatro... habría que educarla.

Sería bueno que las entradas a los teatros sea como los pasajes de avión o de omnibus, que tengan los nombres de las personas, así podríamos saber si Dora la habladora está en la lista de asistentes y elegimos otro día para ir a ver la obra... Pero bueno... vivir estresa.